22/10/10

Nulidad.

Un sueño. Fué eso. Desperté con un amargo sabor de boca. Te vi. Nos vi. Estuvimos mirándonos sin decirnos nada. No hacía falta, estaba todo dicho.
Complicidad se notaba en el ambiente. Tu visión de mis ojos te hacían sentirte vulnerable y con ellos, protegido. Lo notaba. Tu no querias que me fuera nunca y yo queria parar el tiempo para que los segundos que regulan nuestra vida se convirtieran en un espacio vacío donde tú y yo nos encontrábamos siempre. Mirándonos. Simplemente con eso, hacíamos que el mundo se pusiera a nuestros pies. Estaba bien. Lo estábamos.
Dijiste que nunca estuviste así con nadie, que esto era ya oficial. Yo acepté lo que dijiste, y me arrepiento de no haberme atrevido a decirlo yo primero por miedo a tu rechazo.
Fue un sueño. Un increible y amargo sueño. Increible porque jamás me habia visto ni habia sentido tanto en pocos segundos. Amargo porque la posibilidad de que ocurra es... ¿nula?

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